¿Melón o Sandía?
Queridos amigas y amigos. Me alegra encontrarlos en nuestra cita semanal. La temporada de calor comenzó tengan cuidado con el golpe de calor y protéjanse del sol.

La elección entre melón y sandía es sencilla para mí desde pequeña. El aroma frutal era suficiente motivo para responder: sandía sin pensar, luego recibía una jugosa rebanada roja.
La fracción era proporcional al tamaño de mi mano infantil, sin embargo, me distraía tan fácil y la fruta escurría tan rápido que imaginaba una ración tan grande como si sostuviera una rebanada de kilo y medio. Exacto, como el personaje de caricatura.
Por el contrario, las respuestas eran difíciles durante los fines de semana mientras aguardaba turno en la fila de la venta ambulante. Niñas y niños se alejaban del triciclo llevando en mano una hoja crujiente de harina frita enchilada o un cono de nieve de frutas.
¿Chicharrón o nieve? repetía como una lectura en silencio.
─¿Ya decidiste? ─presionaba papá cuando faltaban dos personas antes de mi turno.
Yo negaba con la cabeza y seguía con la vista a los compradores que se alejaban mordisqueando sus golosinas.
La decisión era un poco más fácil cuando el sabor de la nieve no estaba entre mis favoritas.
Aún disfruto la nieve de limón y los chicharrones de harina, pero fui una niña distraída y no tenía mucho equilibrio en las manos. En el último segundo, escogía una refrescante nieve de limón porque era fácil sujetarla mientras caminaba y el riesgo de manchas en la ropa era menor.
Tenía como veintitantos años cuando mi padre me oyó contar el dilema ¿chicharrón o nieve?
─¿Por qué nunca me dijiste que querías las dos cosas?
─Siempre pensé que sólo tenía una opción y no podía caminar con las dos manos ocupadas ─respondí y reímos.
Recordé esta historia mientras consumía la última porción de nieve de limón de mi refrigerador. Nos leemos, la próxima semana.
