Como letra de canción
Queridos amigas ya amigos ¿cómo están? Me alegra encontraros en nuestra cita semanal. Hoy también seleccioné un texto de otra pluma: un fragmento de El infinito en un junco.
“Los libros son hijos de los árboles, que fueron el primer hogar de nuestra especie, y tal vez, el más antiguo recipiente de nuestras palabras escritas. La etimologìa de la palabra encierra un viejo relato sobre los orígenes. En latín liber, que significaba <<libro>>, originariamente daba nombre a la corteza del árbol o, para ser más exactos, a la película fibrosa que separa la corteza de la madera del tronco. Plinio el Viejo afirma que los romanos escribían sobre cortezas antes de conocer los rollos egipcios. Durante muchos siglos, diversos materiales —el papiro, el pergamino— desplazarían a aquellas antiguas páginas de madera, pero, en un viaje de ida y vuelta, con el triunfo del papel, los libros volvieron a nacer de los árboles.
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Aunque hoy hemos aprendido a escribir con luz sobre pantallas de cristal líquido o de plasma, todavía sentimos la llamada originaria de los árboles. En sus cortezas estamos redactando un disperso inventario amoroso de la humanidad.
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Cuando un adolescente traza a punta de navaja unas iniciales en la corteza plateada de un álamo, reproduce, sin saberlo, un gesto muy antiguo. Calímaco, el bibliotecario de Alejandría, ya menciona en el siglo III a. C. un mensaje amoroso en un árbol. No es el único. Un personaje de Virgilio imagina cómo la corteza, con el paso de los años, ensanchará y corroerá su nombre y el de ella: <<Y grabar mis amores en los jóvenes árboles; crecerán los árboles y con ellos creceréis vosotros, amores míos>>. Quizá la costumbre, todavía viva, de tatuar letras en la piel de un tronco para conservar el recuerdo de alguien que vivió y amó fue uno de los episodios más tempranos de la escritura en Europa”. —Irene Vallejo.
En mi caso, la lectura de este pasaje me remitió a la letra de una canción popular:
“Grabé en la penca de un maguey tu nombre…”. —José Ángel Espinoza
Me alegró saludarlos hoy. Nos leeremos el próximo miércoles con un texto de mi autoría.
A veces creo que los libros ya han sido desplazados por la tecnología, aunado también a los pocos incentivos para leer, sin embargo, el olor a libro será irremplazable mi querida Nancy. Afirmo sin pruebas que de seguro has respetado tu acuerdo de leer algo al menos 1 libro cada dos meses, admiro mucho eso de ti. Comenzaré con ese reto, en un mes te platicaré. ¡Saludos!