Caligrafía
Queridos amigas y amigos, me alegra encontrarlos en nuestra cita semanal. ¿Escriben con la mano derecha o la izquierda?
—Una de mis alumnas es ambidextra. —dijo Cris un fin de semana de 1985.
La joven maestra tenía un grupo de segundo o tercer año a su cargo. Naturalmente, quise saber más y me contó entusiasmada lo siguiente:
—Me llamó la atención el ritmo de las manitas de la niña. ¡Era como si escribiera a máquina!
Cris añadió que la pequeña utilizaba un lápiz en cada mano. Cuando la manita derecha llegaba al final del renglón, era el turno de continuar el dictado con la zurda, luego reacomodaba la mano derecha en el margen izquierdo (una fila abajo) en espera de la siguiente vuelta.
Calculo que Cris sirvió al magisterio un poco más de 35 años. Estos días la recordé mientras me esforzaba en practicar ejercicios de caligrafía, el abecedario, mi nombre y firma con la mano izquierda. Llevo en mi memoria la imagen de una joven, alegre y entusiasta estudiante de la Escuela Normal.
Después de tres semanas de prácticas caligráficas, sólo fui capaz de escribir mi nombre completo con letras legibles aunque irregulares en unos formularios del trabajo y del papeleo médico. Además de unos pocos textos torpes y desiguales en mis cuadernos de notas. No fue tan vergonzoso. Hasta tercero o cuarto de primaria tuve una letra legible, estética y de tamaño homogéneo.
Por si las dudas, estoy considerando continuar los ejercicios de escritura con mi mano izquierda. He de confesarles que también recordé las recomendaciones de expertos en neurociencia que afirman que la interconexión del cerebro se fortalece cuando escribes, te abotonas la ropa, abres o cierras puertas, ventanas o ejecutas cualquier otra tarea cotidiana con tu mano no dominante.
Tal vez, en una de esas, lograré escribir con soltura con ambas manos. Como aquella estudiante de Cris.
Me ha dado gusto saludarlos hoy. Nos leeremos la próxima semana.